Hacia una lectura crítica del militarismo y la militarización
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Desde finales de la Guerra Fría, los estudiosos críticos de la seguridad han desarrollado distintos cuestionamientos sobre los supuestos centrales de esta área de conocimiento, incluyendo la priorización del Estado como actor principal, su concentración en las amenazas originadas fuera de los límites territoriales soberanos, y su énfasis en lo estratégico-militar como fuente primordial de la inseguridad, y de la seguridad y defensa estatales. Distintos enfoques teóricos, que incluyen los de las escuelas de Aberystwyth y Copenhague, el feminismo, el posestructuralismo y el poscolonialismo, han puesto de relieve la necesidad de interrogar el concepto de seguridad, de reflexionar acerca de lo que este hace, en tanto moldea la realidad dentro de la cual la seguridad adquiere sentido, e incorpora distintos referentes y amenazas (Buzan y Hansen, 2009; Peoples y Vaughan-Williams, 2015; Tickner, 2020). Se trata de aproximaciones que, más allá de sus diferencias, confrontan la ontología convencional de la seguridad en términos de su qué y sus quiénes, y resaltan el papel que desempeñan los discursos en torno a la seguridad en la construcción de realidades determinadas.De forma más reciente, las miradas críticas también han virado hacia el análisis de los vínculos que existen en la teoría y la práctica entre la seguridad y el militarismo, y en su impacto en la militarización y en la distinción entre militarismo y militarización (Stavriankais y Stern, 2018). En dicha reflexión, el feminismo ha sido pionero al identificar la relación que existe entre el género, el militarismo y la creación de visiones de mundo y lógicas castrenses que refuerzan la primacía de la masculinidad hegemónica en diversas esferas de actividad social, política y económica. Unido a ello, el posestructuralismo y el poscolonialismo se han interesado en descifrar cómo la política democrática “normal” se transforma en “excepcional”, dando lugar a distintas prácticas de control, vigilancia y dominación que están generizadas, racializadas y basadas en la clase social, además de normalizadas en el sentido de que se asumen como hechos cuasi deterministas (Mabee y Vucetic, 2018).