Police & Thieves: geographical crime profiling view Grant

abstract

  • Es un resultado empírico bien establecido sobre la economía del delito que las medidas preventivas y punitivas reducen la incidencia de las actividades delictivas (Levitt, 1996; Cook, 2009; Draca y Machin, 2015). En particular, el aumento del tamaño de la policía es un posible canal para reducir la delincuencia (Levitt, 1997, Evans y Owens, 2007). Dos de estas obras (Di Tella y Shargrodsky, 2004; Klick y Tabarrok, 2005) estudian el efecto del desplazamiento de las unidades policiales en la elaboración de perfiles geográficos de la delincuencia. Tras los acontecimientos de los atentados terroristas de Buenos Aires y Londres, respectivamente, se intensificó la labor policial en las zonas atacadas. Aunque la delincuencia en esas zonas disminuyó después de esos cambios, la delincuencia general en ambas ciudades se mantuvo constante: la nueva configuración de las unidades policiales desplazó los delitos a regiones que quedaron desprotegidas. Las pruebas presentadas en estos trabajos ilustran la importancia de considerar la asignación espacial de las unidades policiales como una parte crucial de la estrategia policial. La probabilidad de atrapar a los delincuentes es, en efecto, un objeto de equilibrio que proviene de las decisiones sobre dónde cometer delitos y dónde colocar las unidades policiales. De hecho, es típico que más del 50% de los delitos denunciados en las grandes ciudades se produzcan en menos del 5% de las calles - los puntos calientes de la delincuencia (Weisburd 2005; Collazos et al, 2019). Sorprendentemente, la mayoría de los documentos que tratan de este tema son demasiado estilizados. Los documentos que tratan de los entornos de equilibrio (Freeman, Grogger y Sonstelie, 1996; Lazzati y Menichini, 2016; Algahtany, Kumar y Barclay, 2017) dividen las ciudades en regiones y las decisiones se toman a nivel regional. Todas ellas explican la delincuencia en las regiones, pero ninguna de ellas es capaz de explicar lo que sucede dentro de las regiones. Otros trabajos tienen por objeto explicar la incidencia de la delincuencia a nivel local sin consideraciones de equilibrio (Short et al, 2008; Mohler et al, 2011), es decir, en sus trabajos, los agentes no necesariamente optimizan cuando eligen dónde cometer los delitos. Una estrategia de asignación de la policía bien diseñada tiene una propiedad importante en términos de política. El cambio de la configuración geográfica de la policía no implica un mayor nivel de gastos en la policía. Por lo tanto, cualquier reducción de las tasas de propiedad y de delitos violentos (estos últimos particularmente costosos para la sociedad) en el marco de una nueva distribución de las unidades de policía es muy rentable.
  • It is a well established empirical result on the economics of crime that preventive and punitive measures reduces the incidence of criminal activities (Levitt, 1996; Cook, 2009; Draca and Machin, 2015). In particular, an increase of the size of the police is a possible channel to reduce crime (Levitt, 1997, Evans and Owens, 2007). Two of these works (Di Tella and Shargrodsky, 2004; Klick and Tabarrok, 2005) study the effect of the displacement of police units on the geographical crime profiling. Following the events of terrorist attacks respectively in Buenos Aires and in London, policing in the attacked areas became more intensive. Although crime in these areas dropped after these changes, overall crime in both cities remained constant: the new configuration of police units displaced crimes into regions that became underprotected. The evidence presented in these works illustrates the importance of considering the spatial allocation of police units as a crucial part of the policing strategy. The probability of catching criminals is indeed an object of equilibrium coming from decisions of where to commit crimes and where to place police units. Indeed, it is typical that more than 50% of the reported crimes in bigger cities occur in less then 5% of the streets — the hot-spots of crime (Weisburd 2005; Collazos et al, 2019). Surprisingly enough, most of the papers dealing with this issue are too stylized. Papers dealing with equilibrium environments (Freeman, Grogger, and Sonstelie, 1996; Lazzati and Menichini, 2016; Algahtany, Kumar, and Barclay, 2017) divide cities into regions and the decisions are made at region-level. They all explain crime across regions, but none of them is able to explain what happens inside of the regions. Some other papers aim at explaining the occurrence of crime at local-level without equilibrium considerations (Short et al, 2008; Mohler et al, 2011), i.e., in their papers, agents are not necessarily optimizing when they choose where to commit crimes. A well-designed police allocation strategy has an important property in terms of policy. Changing the geographical configuration of the police does not imply a higher level of expenditures in police. Therefore, any reduction on property and violent crime rates (these last ones particularly costly to the society) under a new distribution of police units is highly cost-effective.

date/time interval

  • 2020-03-02 - 2022-11-18

keywords

  • Appropriateness
  • Crime
  • Crime Rates
  • Economics of Crime
  • Expenditure
  • Point Process
  • Police
  • Profiling
  • Terrorist Attack
  • Violent Crime