Between the end of the 1960s and the mid-1970s, diverse acts of collective violence took place in Argentina, characterized by public executions and armed confrontations among revolutionary, labor, or party organizations, para-State groups, and law enforcement. These bloody deeds were framed within a view of politics as confrontation, in which retaliation and revenge were admitted as an integral part of the construction of power. In response to this idea of politics as armed confrontation, an apologetic discourse arose during the last civic-military dictatorship (1976-1983), regarding violence monopolized by the State as a way to discipline and reorganize society. In contrast with the previous form of violence, this one was implemented through a systematic program of detention, torture, and clandestine extermination of political dissidents, aimed at doing away with “subversion”. On the basis of testimonies, press materials, and official documents, the article analyzes the differential role that blood and bodies (dead, tortured, or disappeared) have played in the configuration of different ways of doing politics and building stability and sovereignty in one of the most conflictive periods of Argentinean national history.
Entre finales de la década de 1960 y mediados de la década de 1970 en la Argentina tuvieron lugar diversas acciones de violencia colectiva, caracterizadas por ajusticiamientos públicos y enfrentamientos armados entre organizaciones revolucionarias, sindicales o partidarias, grupos paraestatales y fuerzas públicas. Estos hechos de sangre se enmarcaron en una perspectiva de la política como confrontación, donde la represalia y la venganza fueron admitidas como parte integral de la construcción de poder. Frente a esta idea de política como confrontación armada, durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983), se instaló un discurso apologético sobre la violencia disciplinante y reorganizadora de la sociedad, monopolizada por el Estado. Esta forma de violencia, a diferencia de la anterior, se implementó a través de un plan sistemático de detención, tortura y exterminio clandestino de disidentes políticos orientado a aniquilar a la “subversión”. A partir de testimonios, material de prensa y documentos oficiales, se analiza el rol diferencial que la sangre y los cuerpos (muertos, torturados o desaparecidos) han ocupado en la configuración de formas disímiles de hacer política y construir estatalidad y soberanía en uno de los periodos más conflictivos de la historia nacional argentina.