The role of Digital Platforms in Sustainable Development: An analysis of the working conditions, health and environment of digital distributors in the case of Bogotá D.C., Colombia view Grant

abstract

  • En un mundo de economías globales conectadas por lo digital, lo que otrora parecía tan lejano, está llegando a las puertas de las casas; este es el caso de la economía digital o economía de plataformas -GIG platform economy, en inglés- (Schwellnus y otros, 2019). De hecho, el desarrollo de la economía basada en estas plataformas ha experimentado un crecimiento vertiginoso en este siglo, posicionándose como uno de los sectores de mayor crecimiento mundial y con una capacidad de transformación inimaginable de las sociedades actuales.Aunque su efecto directo en la economía global es difícil de calcular, se estima que estas plataformas mueven alrededor de 50 billones de USD al año (Heeks, 2019); y esto, solo para el caso de las plataformas dedicadas al trabajo, esto es, negocios como transporte de personas (Uber, Ola, DiDi serían buenos ejemplo), entrega de domicilios (Como UberEats, Deliveroo, Glovo, Foodora o Rappi), servicios personales (Niñeras: Bambino; Plomeros: Handy; Limpieza: Helpling o HogarU en Colombia), etc (Schwellnus y otros, 2019, pág9 En el Sur Global (Rigg, 2015) estas tecnologías han reclutado más de 40 millones de trabajadores llegando, en algunos países, a representan hasta el 1,5% de la fuerza laboral total (Heeks, 2019). Las razones para el éxito de estos negocios digitales, particularmente en los países del Sur Global, corresponden a las especificidades de estos lugares. Por ejemplo, en Colombia, la tercera economía de la región (FMI, 2018), algunas plataformas han encontrado un lugar propicio en la confluencia de: deficientes infraestructuras viales y de transporte público, creciente percepción de inseguridad en los espacios públicos, altas tasas de informalidad, la presión de la migración (Forbes, 2018) y una creciente necesidad de vincularse al mundo productivo por personas jóvenes o con baja escolaridad (Sánchez y Maldonado, 2019; Moed, 2018). Pero, estos fenómenos son comunes en diversos lugares del Sur Global, por lo que las economías digitales lejos están de ser una excepción; y, por su capacidad de adaptación a las condiciones contextuales donde se despliegan se proyectan como el futuro de la organización del trabajo. Por esto, y más que nunca, son necesarias estrategias, métodos y enfoques integrales para comprender y estimar sus efectos sobre las poblaciones, su salud y la transformación de las sociedades.Si bien esta nueva forma de economía ha ofrecido oportunidades de trabajo antes inimaginables para muchos, convirtiéndose en el sustento de miles de personas sin trabajo formal, también ha propiciado condiciones de empleo precarias y retos humanos vinculados con los bajos ingresos, los modelos de deducción de ganancias, las jornadas de trabajo extendidas y la peligrosa exposición a factores de riesgos ocupacionales y ambientales (Wood et al., 2019), (Muntaner, 2018). Adicionalmente, la mayoría de las plataformas se definen a sí mismas como intermediarias más que como empleadores, dificultando la estimación de estos riesgos y la definición de mejores condiciones de trabajo (Graham et al., 2017b). Para complejizar la situación, los gobiernos no cuentan con las herramientas para regular estos mercados digitales ni es claro cómo equilibrar el desarrollo económico que prometen de manera sostenible con la protección de la vida y salud de quienes están involucrados.Así este proyecto busca contribuir a entender los modos de trabajo en clave de economía digital como estrategia para la superación de la pobreza y proteger la salud, en una relación sostenible con las ciudades y el ambiente y, en un sentido más específico, como una gran oportunidad para abordar por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (en adelante ODS) (Heeks, 2017). Esta es una preocupación que comparte, también, la salud pública, con preguntas que pasan por las condiciones de trabajo y empleo de quienes se dedican a las economías digitales, además de las más sonadas exposiciones ocupacionales y ambientales; pero, especialmente, con una duda frente al rol y retos de estas plataformas digitales en la economía formal (aportes, salud, pensiones, riesgos laborales, seguros, etc.) en clave de la sostenibilidad de las naciones.Así, América Latina ha experimentado en los últimos años la expansión de uno de estos tipos de negocios digitales que es objeto de interés. Este es el caso de las Plataformas Digitales de Reparto (en adelante PDR) como Rappi, UberEats, Glovo, etc. Las PDR se basan en un modelo digital de domicilios y/o mensajerías de recolección y entrega de productos y algunos servicios en cajas cargadas en las espaldas de jóvenes repartidores (de la Fuente, 2019), movilizados en dos llantas –motocicletas o bicicletas-, quienes mediante una aplicación móvil con geolocalización conectan a proveedores y consumidores. Estos repartidores digitales encarnan, en sus propios cuerpos e historias, la carga del trabajo digital, haciéndolo corpóreo, dotándolo de materialidad y en ese sentido son la expresión humana observable de los retos más acuciantes de las economías digitales.Pero, el efecto de las PDR y demás plataformas GIG supera, en todo momento, a los trabajadores y se expande como onda tecnológica en el mundo social. Inicialmente, en los repartidores digitales afectan sus condiciones de salud, trabajo y ambiente; pero, también sostienen interacciones digitales y materiales diferentes con los productores/proveedores, con los consumidores en los procesos de satisfacción de sus necesidades, con los territorios que habitan, cambiando lógicas ecosistémicas en clave de ecologías urbanas y, por supuesto, en la macro esfera político-económica-social en clave global, por lo que el tema no es menor. Por eso, este trabajo abordará en clave de desarrollo sostenible, el caso emblemático del despliegue en terreno de las plataformas digitales de reparto, valiéndose como ejemplo ilustrativo de su experiencia en Bogotá DC, Colombia.Para esto, se eligieron intencionadamente las PDR de Rappi y UberEats, desplegadas como manchas naranjas y verdes por las calles bogotanas. Rappi es una empresa colombiana que ha experimentado un importante crecimiento en América Latina. Se estima que podría estar valuada en el mercado de valores en más de US 3.000 millones de dólares, siendo catalogada como la gran unicornio colombiana (DINERO, 2019). Según cálculos, cuenta con más de 1.500 empleados directos y 25.000 repartidores digitales, teniendo solo en Colombia más 13 millones de usuarios (Rappi, 2019). UberEats, por su parte, es una de las líneas de negocio de su compañía madre: Uber, dedicada al reparto y entrega de comidas preparadas. El servicio se lanzó en 2014 en Santa Mónica (California, EE. UU) y para el año 2018 ya contaba con cobertura en las mayores ciudades europeas y actualmente se encuentra en más de 200 ciudades alrededor del mundo. En Colombia viene operando desde el año 2016. ‘El servicio de UberEats se encuentra disponible en siete ciudades del país: Bogotá, Chía, Cali, Pereira, Bucaramanga, Barranquilla y Medellín con alrededor de 3.000 socios repartidores y más de 3.000 restaurantes con 4.000 puntos de venta’ (La República, 14 de febrero de 2019).Partiendo de estos casos ilustrativos, este trabajo busca hacer visibles las ecologías del trabajo digital, no solo describiendo los sistemas de mercado que genera sino su relación con condiciones sociomateriales y ambientales más amplias. En ese sentido explora los efectos de la calidad de los entornos ambientales sobre la salud de los trabajadores y sus dinámicas de trabajo. Por ejemplo, extrapola los efectos negativos posibles en la salud de la población bogotana producidos por la mala calidad del aire, considerando que solo en Bogotá para 2018 cada persona y, en especial trabajadores en calle, tuvieron al menos cuatro episodios por IRA (Infección Respiratoria Aguda). Es decir, se produjeron cerca de tres millones de episodios, de los cuales al menos el 15% ameritaron consulta externa o de urgencias, lo cual equivale a 416.000 atenciones y un alto costo en salud. Pero, los demás indicadores de salud de estas poblaciones y sus efectos económicos no se conocen.Todo esto se concentra en la necesidad de una exploración de las ecologías sociomateriales del trabajo digital que no responde a una lógica causal, sino propositiva. Así, en la búsqueda de sociedades más equitativas, más justas, más sostenibles, las PDR (al igual que numerosos negocios digitales emergentes) están en una posición privilegiada para reconstruir el tejido social, el futuro de todos. Esa es la apuesta de este trabajo, con los ODS como metas a seguir en busca de una vida sostenible, es necesario concretar ese futuro, tejido diariamente en las posibilidades cotidianas, en las nuevas configuraciones socio-tecnológicas como aquellas que emergen de la economía digital. Así, es necesario enfrentar con suficiencia técnica y analítica los efectos de la denominada ‘cuarta revolución industrial’ -de la que las PDR hacen parte- sobre la calidad de vida, de salud, de ambiente y de trabajo, esto es, interseccional y creativamente, como lo propone este proyecto.
  • In a world of digitally connected global economies, what once seemed so far away is now arriving at the doors of homes; this is the case of the digital economy or the GIG platform economy (Schwellnus et al., 2019). In fact, the development of the economy based on these platforms has experienced dizzying growth in this century, positioning it as one of the fastest growing sectors in the world and with a capacity for transformation unimaginable in today's societies.Although its direct effect on the global economy is difficult to calculate, it is estimated that these platforms move around 50 billion USD per year (Heeks, 2019); and this, only for the case of platforms dedicated to work, that is, businesses such as transportation of people (Uber, Ola, DiDi would be a good example), home delivery (Like UberEats, Deliveroo, Glovo, Foodora or Rappi), personal services (Nannies: Bambino; Plumbers: Handy; Cleaning: Helpling or HogarU in Colombia), etc (Schwellnus et al. 9).In the Global South (Rigg, 2015) these technologies have recruited more than 40 million workers representing, in some countries, up to 1.5% of the total workforce (Heeks, 2019). The reasons for the success of these digital businesses, particularly in the countries of the Global South, correspond to the specificities of these places. For example, in Colombia, the region's third largest economy (IMF, 2018), some platforms have found a favourable place at the confluence of: deficient road and public transport infrastructure, growing perceptions of insecurity in public spaces, high rates of informality, the pressure of migration (Forbes, 2018) and a growing need for young people or people with low levels of education to link up with the productive world (Sánchez and Maldonado, 2019; Moed, 2018). But these phenomena are common in various parts of the global South, so digital economies are far from being an exception; and, because of their ability to adapt to the contextual conditions where they are deployed, they are projected as the future of the organization of work. For this reason, and more than ever, comprehensive strategies, methods and approaches are needed to understand and estimate their effects on populations, their health and the transformation of societies.While this new form of economy has offered previously unimaginable work opportunities for many, becoming the livelihood of thousands of people without formal work, it has also led to precarious employment conditions and human challenges linked to low incomes, profit deduction models, extended working hours and dangerous exposure to occupational and environmental risk factors (Wood et al., 2019), (Muntaner, 2018). In addition, most platforms define themselves as intermediaries rather than employers, making it difficult to estimate these risks and define better working conditions (Graham et al., 2017b). To make matters more complex, governments do not have the tools to regulate these digital markets, nor is it clear how to balance the economic development they promise in a sustainable way with protecting the life and health of those involved.Thus, this project seeks to contribute to the understanding of working modes in the digital economy as a strategy for overcoming poverty and protecting health, in a sustainable relationship with cities and the environment and, in a more specific sense, as a great opportunity to address the Sustainable Development Goals (hereinafter ODS) (Heeks, 2017). This is a concern that is also shared by public health, with questions that go through the working and employment conditions of those engaged in digital economies, in addition to the most resounding occupational and environmental exposures; but, especially, with a doubt regarding the role and challenges of these digital platforms in the formal economy (contributions, health, pensions, occupational risks, insurance, etc.) in the key of the sustainability of nations.Thus, Latin America has experienced in recent years the expansion of one of these types of digital businesses that is the object of interest. This is the case of Digital Delivery Platforms (hereinafter PDR) such as Rappi, UberEats, Glovo, etc. The PDRs are based on a digital model of homes and/or courier services for the collection and delivery of products and some services in boxes loaded on the backs of young delivery people (de la Fuente, 2019), mobilized on two wheels -motorcycles or bicycles-, who by means of a mobile application with geolocalization connect suppliers and consumers. These digital distributors embody, in their own bodies and stories, the burden of digital work, making it corporeal, giving it materiality and in that sense they are the observable human expression of the most pressing challenges of digital economies.However, the effect of RDPs and other GIG platforms always exceeds the workers and expands as a technological wave in the social world. Initially, in the digital distributors they affect their health, work and environmental conditions; but, they also sustain different digital and material interactions with producers/suppliers, with consumers in the processes of satisfaction of their needs, with the territories they inhabit, changing ecosystem logics in key of urban ecologies and, of course, in the political-economic-social macro sphere in global key, so the issue is not minor. For this reason, this work will address, in the key of sustainable development, the emblematic case of the deployment of digital delivery platforms on the ground, using as an illustrative example the experience in Bogota DC, ColombiaFor this, the PDRs of Rappi and UberEats were intentionally chosen, displayed as orange and green spots on the streets of Bogota. Rappi is a Colombian company that has experienced significant growth in Latin America. It is estimated that it could be valued in the stock market in more than US 3 billion dollars, being catalogued as the great Colombian unicorn (MONEY, 2019). According to estimates, it has more than 1,500 direct employees and 25,000 digital distributors, with more than 13 million users in Colombia alone (Rappi, 2019). UberEats, on the other hand, is one of the business lines of its mother company: Uber, dedicated to the distribution and delivery of prepared meals. The service was launched in 2014 in Santa Monica (California, USA) and by 2018 it already had coverage in the major European cities and is currently in more than 200 cities around the world. In Colombia it has been operating since 2016. The UberEats service is available in seven cities in the country: Bogota, Chia, Cali, Pereira, Bucaramanga, Barranquilla and Medellin with around 3,000 distribution partners and more than 3,000 restaurants with 4,000 points of sale' (La República, 14 February 2019).Based on these illustrative cases, this work seeks to make the ecologies of digital work visible, not only by describing the market systems it generates but also its relationship with broader sociomaterial and environmental conditions. In that sense, it explores the effects of the quality of environmental environments on the health of workers and their work dynamics. For example, it extrapolates the possible negative effects on the health of the Bogotá population caused by poor air quality, considering that in Bogotá alone by 2018 each person, and especially street workers, had at least four episodes of ARI (Acute Respiratory Infection). In other words, nearly three million episodes occurred, of which at least 15% required outpatient or emergency care, equivalent to 416,000 visits and a high health cost. However, the other health indicators of these populations and their economic effects are not known.All this focuses on the need for an exploration of the sociomaterial ecologies of digital work that does not respond to a causal logic, but rather to a propositional one. Thus, in the search for more equitable, fairer and more sustainable societies, RDPs (as well as many emerging digital businesses) are in a privileged position to rebuild the social fabric, the future of all. That is the bet of this work, with the ODS as goals to follow in the search for a sustainable life, it is necessary to make that future concrete, woven daily in the daily possibilities, in the new socio-technological configurations such as those emerging from the digital economy. Thus, it is necessary to face with technical and analytical sufficiency the effects of the so-called "fourth industrial revolution" - of which the RDPs are a part - on the quality of life, health, environment and work, that is, intersectionally and creatively, as this project proposes.

date/time interval

  • 2020-01-31 - 2022-01-30

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